Madrugadas de sangre
I know you'll be a star in somebody else sky
But why, why, why can't it be
Oh, can't it be mine?"
Roja hormiga
¿Por qué una simple hormiga soy?
Añorando la miel que no puedo comer
Esa miel después de la recolección
de la abeja en esa Flor que jamás será mía
Triste roja hormiga perdida
rondando las pieles a mordidas de cariño
rechazada y aplastada por molesta
Comparada con tanta hormiga negra
tan pasivas ante el mundo
tan cómodas en su existir nulo
tan silencios nocturnos
Rebeldía mía, necesidad de volverme visible
rechazo a las cárceles-hormiguero
incomodidad del pensar latente en todo mi ser
Rojo sangre decorando mis pieles gastadas
de tanto lucharle a la muerte
con las armas de la esperanza
-naturaleza de mi alma-
Quemaduras esparcidas por la psiquis
de los ojos-lupa busca error
de los tan portadores de menosprecio
Rebuscándome entre frutas podridas
ya no cargo con las verdes hojas de la dicha
rechazado hasta por los vermilinguos de antaño
esperando la dulce muerte que me traiga un niño.
Estos días
estos días después de nuestros días
duelen tanto
es como si las estrellas sangraran
es como si la luna perdiera su belleza
es como si el sol callara sus llamas
que tristeza este uno solitario que soy
que tristeza no corresponder a tu par ordenado
que tristeza ser el elemento neutro de tu producto de vida
las noches me empapan las mangas
los días me secan la piel con tu ausencia
los crepúsculos son mi constante de muerte
las mañanas son mi resurgir siempre frustrado
tan difícil la lectura ahora
si sea verso o prosa
si sea tinta o lápiz
siempre van a traer el recuerdo
-punzante lanza que atraviesa mi corazón
de la más bella escritura de la flor
Doloroso oficio el de amante de la poesía
si ya la tuya nunca llega
Caída en
las escaleras
de lo que fuimos.
Y es que éramos tanto
que el mundo se opacó de
vergüenza, y hoy ya no me queda
nada. Nada que pueda suplir tu falta
Moriré de tanto extrañarte
Sepultado por las flores de tu amor
Ahogo
Que agobiante este ahogarme
denso líquido que me hunde
Las palabras se derriten en la garganta
del calor del sol de la ausencia
Ningún recipiente humano
donde soltar una lágrima de vida
donde derramar alguna alegría
donde escribir con la tinta de la tristeza
donde sangrar un poco de tanta muerte
Suave caricia amarga
que el silencio con sus dedos
recorre mi gastada piel
A la deriva en el exilio
sin destino
sin regreso
Besos de humo donde se esconde la nada próxima
donde fantaseo tu nombre
que jamás encontrará regreso
Abandonado hasta por la lógica
Abandonado sin despedidas
Nunca creí que pesara tanto el vacío.
Te escribo
el cosquilleo del heno
-movimiento lento-
por no besar tus senos me apeno
viento fresco
algo había en tus labios
no miento, cierto?
huellas de murmullos
-pasado dulce me seduce-
ya no huyo de ellas
verte con tus lentes
entrar al fuego luego
ahora mis entes se divierten
cálido y árido
desierto de gestos
que advierto por tu aliento
el cielo es hielo
tu presencia: evanescencia
yo: un extraño desde antaño
revolver mi alma y volver
junto al alba a tu piel
rencontrarte: sabor de miel
te escribo aunque ya no me vas a leer
esquivo la realidad para volverte a ver
A ustedes dos
negra centella de perro abandonado
compañía inmutable rondando mis pies
mirada sabor a café donde caen mis sueños
latigazos al viento dándome aliento
pequeña estrella blanca exiliada
dadora de murmullos suaves
dulce conversadora de la nada
caricias del quebranto de mi soledad
El ying y el yang de mis noches sangrantes
mi equilibrio diario ante tanta catástrofe
paraíso de manto blanco y lunas negras
pureza y certezas goteando desde lo alto
acompañantes de mis pasos, evitando las caídas
presencia dual, utopías alcanzadas
pelos acromáticos danzando en mi piel
mi armadura suave para afrontar la vida
su llegar inundó este desierto opaco
reflejando -sublime- los cristales de mi llanto
Recortes bíblicos abraza tabaco
ángeles de nicotina
con sus alas de humo
abrazando mi ser
deteniendo mi caída
ángeles postreros
para esta vida póstuma
últimos suspiros de esperanza
pudriéndome todas las vértebras
los veo volando
infestando con sus plagas
mis pulmones
sin salvador alguno
-siquiera yo lo soy-
para este ocaso
del corazón humano
que no soporta tanta injusticia
muerte lentamente voluntaria
de humaredas níveas
revistiendo el cuerpo de la negrura
ráfagas veloces apuñalando mi vitalidad
enterrándome en la certeza
de que nada espera
del otro lado de la puerta
Comentarios
Publicar un comentario