Cuestionamientos
Fiebre
No hay belleza en la felicidad
demasiado desorden
demasiado tamaño incontrolable
Semejante a la fuerte fiebre adulta
se superan los cuarenta en la cabeza
el cuerpo tirita alegrías
el sudor de la dicha naufragando toda la piel
las piernas sin respuesta de tanto flotar
la realidad se traduce a juegos fantásticos
Todo es irrealidad
ilusión vomitante de conejitos de la gran farsa
surrealismo podrido impregnado en el aire
libertad imparable corriendo las venas
El cerebro en pleno goce cárnico
oculto entre la niebla de ese opio
lleno de máscaras amargas indelebles
No hay belleza en la felicidad
fuego enorme sin control alguno
incendiando mis bibliotecas alejandrinas
cigarrillo interminable que me mata en plena tranquilidad
ciudad incinerada del abandono humano
¿Acaso me será insoportable la dicha?
¿Acaso me será incomoda por tanta falta?
o quizá
¿Será otra cosa la felicidad?
¿Algo más triste?
¿Tendrá razón aquel libro empapado en polvo?
¿Estaré falto de humanidad?
¿Dónde pertenezco?
errático andante
pasajero indeciso saltando de bondi en bondi
sin origen
sin destino
en absurdo viaje
desparramado en el viento
hoja perdida del árbol del hombre
navegando sobre el aire del exilio
buscando el río calmo de la inexistencia
sin hilajes que conecten con lo humano
con alambres atravesados
conectado a la muerte
serena desdicha eterna que me abraza
cálida compañía de la soledad
lágrimas vergonzosas vestidas de humo
sin edad
sin porvenir
inevitable libertad que me derrumba
palabras danzantes en la hoja
tabaco encenizando el tiempo
vida de un remanso inalterable
solo queda escribir
a ver si puedo encontrarme
Caída
caída interminable a la destrucción
-autodestrucción-
desde que mamá me escupió de su cuerpo
tan aborrecido desde el nacer
tan indigno de esta familia
-del mundo bah-
imparable derrumbe en bucle
manos sangrantes de tanto levantar escombros
y cuando dejan de verse como escombros
cuando por fin toman alguna forma amena
vuelve el derrumbe
imparable derrumbe en bucle
precipitación inmanente
a la soledad del destierro
al ahogarse en lágrimas que no salen
a no tener lugar en plano alguno
caída interminable al pozo de mi ser
-¿ser?-
sin soga alguna que pueda detenerlo todo
Soneto XI
ratas por esas flautas encantadas
la murga de la mugre que ellas bailan
lágrimas tan violentas que nos salan
reyes de agrias vidas inventadas
pocos laberintos donde esconderse
troncos laten y nosotros: silencio
sumisión y servidumbre: su vicio
sin munición, imposible ya verse
solo caen en la existencia nula
todo ascensor del pensar inaccesible
visible nada queda, sin la duda
asesinan a los hombres sensibles
y son cómplices los que ya no luchan
Hoy en día la desesperanza es mucha
Resistencia
Imperialismo, neoliberalismo, humanismo
Sismos que sacuden con violencia nuestros mundos internos
Desastres naturales propagados por las manos del hombre
Refutadores de leyendas
tales como que el humano está por encima de todo existir
tales como que el mercado está por encima de lo humano
tales como que precisamos rendirles cuentas a los imperios
Cultura de la servidumbre
congénita mentira propagada
creencias de que dependiente
de la zona del nacer
uno es obligatoriamente oprimido voluntario
Sexos como pastores y rebaños
blandas ovejas blancas
rígidos pastores de la negrura
Esclavas familiares
a cargo de gestar humanidad
Reyes de la crueldad
a cargo de infestar con su inhumanidad
¡Oh, milagrosa rebeldía!
pensar, desarmarse y sangrar
rebuscarse en los desechos
de lo que han hecho con nosotros
y reconstruirse para enfrentarlo todo
Fabricar esa cura de todos los males
El candado que cierra la caja de Pandora
Las alas para tanto ángel caído
Contrapedagogías
quizá, nuestra única salvación
Arder
las manchas del vivir
que se impregnan en el cuerpo
indelebles manchas
manchas que se amalgaman
manchas del constante cambio
manchas de colores cambiantes
tanta farsa en el aire
tanta farsa el olvido
tanta farsa las cenizas llevadas por el viento
el fuego que tanto nos calcina diariamente
pero nunca enceniza nada
nunca concluye
fuego eterno, vivir
cenizas solo para el ataúd
cenizas solo dejar de existir
cenizas solo en la muerte
cenizas después de tanto vivir
y llevar a cuestas
tantas marcas del fuego
quemaduras constantes
nuevas
pintando todo nuestro blanco lienzo
hasta concluir la obra
para entregársela a la nada
para guardarla en su museo de vidas ya pasadas
para concluir la obra de vivir
y situarla en ese marco de madera a regar por flores
para dar paso a lo inalterable
a la quietud permanente
al no retorno
al cajón de recuerdos que mirarán con nostalgia y sin olvido
aquellas manos que quemamos
alguna vez con
alguna pequeña llama de cariño
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